20.10.06

Soy un envidioso.


La envidia jamás tiene reposo y es alacrán que, con su picada, engorda la lengua de quien padece semejante lacra. Es el vicio menos susceptible de contarse. Cuenta el rumor que lo inventaron en España, donde arraigó -insisten- de por vida. La envidia vuelve enjutas las facciones y, bajo la húmeda umbría de su manto, cría hongos y venenosas sabandijas. ¡El envidioso llama a voces a la parca!

A los envidiosos tambien nos gusta ser envidiados. Si admiras a mi novio tambien me admiras a mi porke es mio, eah!